Ojos
vendados,
agarrados
de pies y manos,
pobres
de nosotros,
insensatos
que somos,
libres
nos creemos,
y
la realidad es que estamos esclavizados
como
marionetas con hilos innatos,
ante
un sistema podrido y falso
camuflado
como democrático.
Determinados
y condenados a órdenes de una jerarquía
movida
por capitalismo y religión,
y
no por sabiduría.
Qué
pena utilizar algo tan preciado como la poesía
para
manifestar la hipocresía
de
aquellos que gracias a nuestras mejores armas;
votos,
educación y confianzas,
nos
gobiernan creyéndose superiores a nosotros
sin
darnos las gracias
de
tener el puesto que no merecen.
Porque
de democracia hablan,
la
libertad venden,
y
el pan ofrecen,
pero
las ansias de poder no mienten,
y
lo único de lo que podemos estar seguros
es
de la ambición que sienten.
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