jueves, 16 de julio de 2015

TODO

Horror, miedo, soledad, dolor, decepción, asco, remordimiento, angustia...
Es todo lo que sientes cuando sabes que es el camino inapropiado. Cuando te percatas que esa no es la dirección que debes tomar, que te das cuenta de que al final de ese camino no habrá nadie esperándote, ningunos brazos que abrazar, ninguna persona con la que contar.
Y empieza la angustia. No quieres, pero continúas. No quieres, pero caminas. Recorres ese camino inescrutable e inhóspito que te lleva a ningún lado. El miedo se apodera de tu cuerpo, el frío recorre uno a uno tus órganos externos e internos, y va bajando hasta llegar a tu estómago, cuyo no puede soportar la presión de este miedo agónico y entonces es cuando recuerdas lo que comiste para desayunar. La fragilidad que tu estómago acaba de sentir, llega inevitablemente a tus ojos, y estos, acaban cediendo involuntariamente a la debilidad de tu órgano con lo único que pueden hacer ante tal situación, plañir. Arrodillado sobre un camino arenoso y rodeado de polvo que crea una especie de nebulosa que ocupa todo tu campo de visión, ves, entre lágrimas y arena, que no tienes escapatoria.
El horror, el miedo, la soledad, el dolor, la decepción, el asco, el remordimiento y la angustia te han corrompido y no tienen intención de marcharse.
Todos tus errores pasados que te han llevado a estar donde estás, aparecen en tu mente con la intención de atormentarte.
Ya no es momento para arrepentirte. Se acabó el querer solucionar todo que un día estaba en tus manos.
No lo has perdido todo, pero estás a punto de hacerlo. A punto de perder a quién te lo da todo, a quién lo es absolutamente todo.



Aquella primera sonrisa que cautivó tu ser,
Aquella primera mirada que penetró en tu alma,
Aquel primer contacto que revolvió tu interior,
Aquel primer beso que conquistó tu corazón,
Aquel primer encuentro entre sus sábanas que robó tu todo.
Ya no está, o ya no parece estar.
El cielo y el infierno, tan lejos y a la vez tan cerca con un solo movimiento mal realizado en tu ajedrez. Ese movimiento que puede arrebatártelo todo, cambiar tu todo y alejar tu todo.